Saturday, October 12, 2013



Las hojas del viento
                         tocaron apenas,
        rasgaron,
liberaron lirios por los cuatro llantos;
me dieron silencio.

Frutos salvajes enhebraron mi alma
ocuparon su sitio, su talante,
y no estuve ahí para escucharlo.

      Nadie aprende por sí mismo

                      nadie reza por sí solo
         ni el sol ni el labio

                        ni el lirio de escasa piel.

     Nadie obsequia el llanto de bienvenida

          en un lugar ocupado por todos,

                  un espacio inherente entre el bien y el mal,

     cabizbaja sombra entre las piedras.


José Francisco