Lejos
que eran largos los caminos;
que las huellas y la lluvia
ya estaban cansadas.
que la música en los oídos
podría ser un espejismo,
un deseo congelado en la inocencia.
inmensas nubes bordaban su imagen,
en el eco desprendido del ocaso.
La luz que manaba del cielo
extendía su frente, su designio,
enarbolaba con júbilo su bandera.
había que dormir para llegar lejos
porque los sueños liberaban las distancias
y la noche era una estrella naufragando
en el mar.
José Francisco Moreno