Monday, March 10, 2014


Uno piensa
que llegará el silencio,
que llegará poco apoco
ahuyentando voces,
y uno sentirá nostalgia
de algo que nunca fue,
sentirá la caricia
de la solitaria bruma
y  extenderá su mirada
 como un abrazo,
a la Tierra Prometida.


                       José Francisco Moreno.

Saturday, October 12, 2013



Las hojas del viento
                         tocaron apenas,
        rasgaron,
liberaron lirios por los cuatro llantos;
me dieron silencio.

Frutos salvajes enhebraron mi alma
ocuparon su sitio, su talante,
y no estuve ahí para escucharlo.

      Nadie aprende por sí mismo

                      nadie reza por sí solo
         ni el sol ni el labio

                        ni el lirio de escasa piel.

     Nadie obsequia el llanto de bienvenida

          en un lugar ocupado por todos,

                  un espacio inherente entre el bien y el mal,

     cabizbaja sombra entre las piedras.


José Francisco


Saturday, July 27, 2013




De el libro "Esperar el alba"


 Sin sueño,
soy una rama del follaje de la noche,
un pedazo de cieno atrapado en la voz.

Insomne construyo barcos
con las cuatro paredes de mi cuarto.

Temo,
sufro los indecibles fracasos de mi pensamiento,
los recuerdos me agobian.

A veces,
un ruido de lunas ocupa mis pensamientos,
y el dolor de no dormir enroncha mi noche,
invade de piel de lluvia mi cuerpo.

         Nada se puede hacer
                                        sino esperar el alba.

Sunday, June 16, 2013



Sonata en tos profunda

Una línea es suficiente
Una raya de luz en la completa noche
Un escaso cabello que cae y se levanta
Que grita y calla
Cascabeles flotando en el cuello de la jaca
o en los limones que un perro tenía

Uno sabe que no es importante
Que en cualquier momento deja esta vida rutinaria
y se convierte en pez
Uno sabe que el destino ha decidido su curso
Su allegro o sonata de interludio

                            José Francisco Moreno


Wednesday, July 25, 2007

Lejanía



Lejos




Nadie me dijo

que eran largos los caminos;

que las huellas y la lluvia

ya estaban cansadas.


Nadie me advirtió

que la música en los oídos

podría ser un espejismo,

un deseo congelado en la inocencia.


Los valles inundados recordaban todo

inmensas nubes bordaban su imagen,

en el eco desprendido del ocaso.


La luz que manaba del cielo

extendía su frente, su designio,

enarbolaba con júbilo su bandera.



Pero no eran los lugares transitables,

había que dormir para llegar lejos

porque los sueños liberaban las distancias

y la noche era una estrella naufragando

en el mar.


José Francisco Moreno